Transparencia Imerú Alfonzo, sobre la cumbre.

IMERÚ ALFONZO

Asesor Ambiental

Ciencia, Naturaleza y Libertad

Base del Roraima, Arcoiris

Monte Roraima: Expedición a la Cima de un Mundo Perdido

En el corazón del Escudo Guayanés, donde las fronteras de Venezuela, Brasil y El Esequibo se encuentran en un abrazo ancestral, se alza imponente el Monte Roraima

La Llamada de la Madre de Todas las Aguas

En el corazón del Escudo Guayanés, donde las fronteras de Venezuela, Brasil y El Esequibo se encuentran en un abrazo ancestral, se alza imponente el Monte Roraima. Conocido por el pueblo Pemón como la «Madre de todas las Aguas», este no es solo el tepuy (montaña de cima plana) más alto de la cadena oriental, alcanzando unos 2810 metros sobre el nivel del mar, sino también el más emblemático y cargado de misticismo. Sus paredes verticales, que emergen abruptamente de la sabana, han alimentado durante siglos mitos y leyendas indígenas, y más recientemente, han cautivado la imaginación de exploradores, científicos y buscadores espirituales de la nueva era.

Salida a Roraima desde Paraitepuy, Imerú Alfonzo
Salida a Roraima desde Paraitepuy, Imerú Alfonzo

Roraima es un relicto del Precámbrico, una ventana a un pasado geológico inimaginablemente remoto. Su cima es un ecosistema único, aislado durante millones de años, hogar de una asombrosa biodiversidad con un altísimo grado de endemismo. Plantas carnívoras que parecen sacadas de otro mundo, rocas negras esculpidas por el viento y el agua en formas fantásticas, y paisajes que evocan la era de los dinosaurios, hacen de Roraima un destino sin igual. Emprender la expedición a su cumbre no es solo una caminata; es un viaje en el tiempo, una prueba de resistencia física y mental, y una inmersión profunda en la belleza cruda y primigenia de la naturaleza.

La Preparación y el Inicio: De la Sabana a las Faldas del Gigante

La aventura hacia Roraima comienza mucho antes de dar el primer paso en el sendero. Generalmente, la logística inicia en Santa Elena de Uairén, la última ciudad importante antes de adentrarse en la Gran Sabana venezolana. Desde allí, un viaje en vehículo rústico lleva a los excursionistas hasta la comunidad indígena de Paraitepuy de Roraima, el verdadero punto de partida del trekking.

Primera subida de la excursión a Roraima, La Prueba!
Primera subida de la excursión a Roraima, La Prueba!

Contratar guías locales Pemón y porteadores es esencial, no solo por normativa del parque nacional, sino por su invaluable conocimiento del terreno, el clima y la cultura. Ellos serán los compañeros indispensables en esta travesía que, por lo general, requiere un mínimo de seis días, aunque muchos optan por itinerarios de siete u ocho y hasta más días para explorar la cima con más calma y recorrerlo en toda su extensión.

Vista del camino hacia los Tepúyes orientales vía Roraima
Vista del camino hacia los Tepúyes orientales vía Roraima

El primer día de caminata es una introducción a los paisajes de la Gran Sabana. Con la imponente silueta de los tepuyes Roraima y Kukenán (su hermano oscuro) dominando el horizonte, el sendero atraviesa planicies ondulantes. El morral, cargado con lo esencial para los próximos días, se siente pesado al principio, un recordatorio constante del desafío que aguarda. Tal como describe la experiencia inicial, tras descender una pequeña loma, llega la temida «Subida del Diablo». Aunque no es técnicamente extrema, la combinación del peso y el calor puede hacerla sentir agotadora, una bienvenida contundente al rigor del trekking. Superado este tramo, el camino se suaviza hasta alcanzar el campamento junto al Río Tök (o Río Tek, según la fuente). Pasar la noche aquí ofrece vistas espectaculares del Kukenán y, si el cielo está despejado, un firmamento estrellado de una claridad apabullante, lejos de cualquier contaminación lumínica.

Vista completa del Roraima desde Towonok
Vista completa del Roraima desde Towonok

El Ascenso: Desafiando la Pared Ancestral

El segundo día marca el inicio formal del ascenso hacia Roraima. Tras vadear las frías aguas del Río Tök y, posteriormente, las del Río Kukenán (que puede ser un desafío en época de lluvias), el sendero comienza a ganar altura de forma más decidida. Se atraviesan colinas cubiertas de una vegetación que gradualmente cambia, adaptándose a la altitud. La meta de este día es alcanzar el Campamento Base, situado ya en las laderas del tepuy, a unos 1870 metros de altitud.

Pared de Roraima, Paso de la Lágrimas
Pared de Roraima, Paso de la Lágrimas

Desde el Campamento Base, la magnitud de Roraima es sobrecogedora. Las paredes verticales de arenisca se elevan cientos de metros, pareciendo infranqueables. Es un momento de reflexión, donde uno se siente infinitamente pequeño ante la inmensidad geológica y temporal. Cada roca, cada fisura, susurra historias de miles de millones de años, conectándonos con los orígenes de la vida en la Tierra. La duda puede asaltar: «¿Realmente se puede subir por ahí?».

Rampa de Roraima vista desde la Base
Rampa de Roraima vista desde la Base

La respuesta llega al día siguiente con el desafío de «La Rampa». Esta es la única ruta no técnica para acceder a la cima, como una falla geológica inclinada que serpentea por la pared del tepuy. La subida es exigente, a través de un terreno rocoso, resbaladizo y empinado, a menudo envuelto en la niebla o bajo cascadas efímeras que se forman con la lluvia («El Paso de las Lágrimas»). A medida que se asciende, la vegetación se transforma radicalmente. Aparecen bromelias, orquídeas endémicas y pequeñas plantas adaptadas a las duras condiciones de la roca desnuda. Las vistas hacia la sabana, cuando las nubes lo permiten, son impresionantes. Finalmente, tras horas de esfuerzo, se alcanza el borde de la meseta. La llegada a la cima no es un mirador convencional, sino la entrada a un paisaje extraterrestre, un laberinto de rocas negras erosionadas, charcos oscuros y una atmósfera cargada de misterio. Los primeros pasos sobre Roraima generan una mezcla de temor reverencial y asombro ante el arte caprichoso de la naturaleza.

Delfines de Roraima, Entrada al Tepuy
Delfines de Roraima, Entrada al Tepuy

Explorando la Cima: Un Mundo Perdido en las Alturas

La cumbre de Roraima no es una planicie uniforme, sino una vasta superficie de unos 31 km², increíblemente rugosa, áspera, llena de grietas, simas y formaciones rocosas surrealistas. Los campamentos en la cima se establecen en «hoteles», que son en realidad grandes abrigos rocosos o cuevas que ofrecen protección contra el viento y la lluvia constante.

Parte baja del Foso de Roraima
Parte baja del Foso de Roraima

Los días en la cima (generalmente dos o tres en los itinerarios estándar) se dedican a explorar este mundo único. El clima es impredecible y cambia rápidamente, pasando del sol radiante a la niebla densa o la lluvia torrencial en cuestión de minutos. Cada excursión es una aventura. Los senderos serpentean entre rocas que adoptan formas caprichosas bautizadas por la imaginación popular: «La Tortuga Voladora», «El Camello», «El OVNI».

Área Central del lado Sur de Roraima
Área Central del lado Sur de Roraima

Entre los puntos de interés más destacados se encuentran:

  • El Punto Triple: El hito geodésico que marca la convergencia de las fronteras de Venezuela, Brasil y el Esequibo. Un lugar simbólico cargado de energía.
  • El Valle de los Cristales: Zonas donde el suelo está cubierto de pequeños cristales de cuarzo, resultado de la erosión milenaria. Recogerlos está estrictamente prohibido.
  • El Jardín Japonés: Pequeña laguna roreada por vegetación  exótica y rocas erosionadas como pagodas.
  • La Catedral: Cañón de unos 15 metros de profundidad con cascadas y rocas erosionadas como columnas.
  • Los Jacuzzis: Pozas naturales de agua helada y cristalina, formadas en depresiones de la roca. Un baño en ellas es una experiencia revitalizante (¡y muy fría!).
  • La Ventana: Un espectacular mirador natural en el borde del acantilado que ofrece vistas vertiginosas hacia la pared del vecino Tepuy Kukenán, a menudo envuelto en nubes.
  • El Abismo: Otro punto en el borde del precipicio con vistas impresionantes hacia la selva brasileña.
  • Las Montañas Aleluya: Colinas sobre el tepuy que se encuentran sobre las nubes y parecen montañas voladores.
  • La Naciente de Arabopó: Río importante del norte de Brasil que nace como una gran laguna en la zona media del Tepuy.
  • El Foso: Una gran depresión circular inundada, similar a un cenote, rodeada de exuberante vegetación.
  • Mirador de los Guácharos: Mirador hacia el Sur de Roraima que mira hacia la Gran Sabana. Desde allí puedes ver los poblados de la sabana en la noche.
  • Cañón de los Guácharos: Imponente cañón que termina en una gran grieta de la Pared y que está habitado pos Guácharos.
  • Cuevas del Sistema Roraima Sur: Entradas al conjunto de galerías de la Cueva Roraima Sur, de más de 15 Kms de extensión dentro del Tepuy.
  • Maverick Rock: Considerado el punto más alto del tepuy en el lado venezolano.
  • Jardines Endémicos: Zonas donde se concentra la flora única de Roraima, incluyendo varias especies de plantas carnívoras del género Heliamphora, bromelias gigantes y orquídeas diminutas. Caminar por estos «jardines» es como explorar un laboratorio evolutivo al aire libre.
Mirador de Kukenán desde la ventana del Roraima
Mirador de Kukenán desde la ventana del Roraima

La experiencia en la cima es avasallante. Los caminos de arenas rosadas, las rocas negras que contrastan con el verde intenso de la vegetación adaptada, las lagunas oscuras y las formaciones que desafían la gravedad crean una atmósfera subreal y mística. Es un encuentro con la naturaleza en su estado más puro y antiguo.

Jacuzzis de Roraima, zona sur.
Jacuzzis de Roraima, zona sur.

El Descenso y la Transformación Interior

Tras días explorando la cima, llega el momento del descenso. Bajar por La Rampa puede ser tan o más exigente que subirla, especialmente para las rodillas. Los días de regreso a través de la sabana, aunque físicamente cansados, suelen estar marcados por una sensación de logro y camaradería entre el grupo.

Miradorde Roraima en la Zona del Guácharo, Imerú Alfonzo
Miradorde Roraima en la Zona del Guácharo, Imerú Alfonzo

Roraima no es una excursión para los débiles de espíritu. Como bien se menciona, el desafío es tanto mental como físico. Requiere superar miedos, adaptarse a condiciones cambiantes, convivir con lo básico y enfrentarse a la propia resistencia. Pero la recompensa es inmensa. Regresar de Roraima es regresar transformado. La inmensidad del paisaje, la conexión con un tiempo geológico profundo y la superación personal dejan una huella imborrable. Cambia la perspectiva, agudiza la capacidad de apreciar la belleza esencial de las cosas y refuerza el respeto por la fragilidad y la fuerza de nuestro planeta.

La Piedra del Mirador de Roraima hacia Kukenán, Imerú Alfonzo
La Piedra del Mirador de Roraima hacia Kukenán, Imerú Alfonzo

Conclusión: Más que una Montaña, una Experiencia Vital

Visitar el Monte Roraima es mucho más que hacer cumbre en una montaña alta. Es una peregrinación a uno de los lugares más antiguos y singulares de la Tierra. Es sumergirse en la mitología Pemón, maravillarse ante la adaptación de la vida en condiciones extremas y enfrentarse a los propios límites. Roraima no ofrece concesiones; exige esfuerzo, respeto y humildad. A cambio, regala paisajes de una belleza fastuosa y primigenia, una conexión profunda con la naturaleza y una experiencia vital que perdura mucho después de que las botas hayan dejado el sendero. Es, sin duda, el trekking por excelencia para los amantes de la aventura y la naturaleza salvaje, un viaje que te cambia por dentro mientras te transporta a un mundo verdaderamente perdido.

Imerú Alfonzo Hernández

Guía de Roraima desde 1992

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